martes, 20 de marzo de 2012

Reflexión "Esperando a Godot"


           Durante el siglo XX tuvieron lugar diferentes acontecimientos y corrientes culturales que produjeron como resultado el teatro del absurdo.
Por un lado se encuentran los fracasos de las revoluciones proletarias y el desconcierto que esto produjo y Sigmund Freud, el hombre que mostró al mundo el subconsciente y que tuvo como consecuencia, que la sociedad despertase en un mundo absurdo y sin sentido, porque anteriormente se pensaba que lo que gobernaba al ser humano era Dios, posteriormente, que el hombre tomaba el cargo sobre sí mismo, pero ahora se encontraron en una situación en la que ni siquiera la propia persona es dueña de sí misma ni de sus actos.
Este desconcierto produjo, como se ha mencionado antes, diferentes corrientes culturales como el dadaísmo o el surrealismo las cuales reflejan esa incoherencia que luego desemboca en el teatro de la crueldad que da a luz al teatro del absurdo.
Martin Esslin lo describió diciendo que consiste en expresar el sentido del sinsentido de la condición humana, así como lo inútil del pensamiento racional proponiendo un abandono absoluto de la razón y de este modo es como Beckett lo refleja en su obra.
Por otro lado, la aparición del cine, que mostraba la vida de una manera más real, al igual que lo hacía el teatro convencional y por ello éste último debió tomar un giro para innovar.
Además, se califica al teatro del absurdo como arte contemporáneo y durante el siglo XX en las diferentes artes los artistas buscaban desesperadamente la perfección artística dejando a un lado el arte convencional. De ese modo, se llegaron a conclusiones como que la música perfecta era el silencio y la perfecta escultura el vacío.
Trasladando esto al teatro y como conclusión, podemos deducir que el teatro perfecto es aquel que refleja la pureza del ser humano en su forma más primitiva del lenguaje y las formas y la única manera de conseguir representar esto con sentido es hacerlo sinsentido.
Por lo tanto el teatro del absurdo es igual de real que el teatro convencional, ya que plasma la realidad de una sociedad perdida y desorientada que está ahogada en una incoherencia que busca unas respuestas a la existencia del ser humano y que solamente las encuentra en la parte más absurda de éste: el subconsciente.