Durante el
siglo XX tuvieron lugar diferentes acontecimientos y corrientes culturales que
produjeron como resultado el teatro del absurdo.
Por un lado se
encuentran los fracasos de las revoluciones proletarias y el desconcierto que
esto produjo y Sigmund Freud, el hombre que mostró al mundo el subconsciente y que
tuvo como consecuencia, que la sociedad despertase en un mundo absurdo y sin
sentido, porque anteriormente se pensaba que lo que gobernaba al ser humano era
Dios, posteriormente, que el hombre tomaba el cargo sobre sí mismo, pero ahora
se encontraron en una situación en la que ni siquiera la propia persona es
dueña de sí misma ni de sus actos.
Este
desconcierto produjo, como se ha mencionado antes, diferentes corrientes
culturales como el dadaísmo o el surrealismo las cuales reflejan esa
incoherencia que luego desemboca en el teatro de la crueldad que da a luz al
teatro del absurdo.
Martin Esslin
lo describió diciendo que consiste en
expresar el sentido del sinsentido de la condición humana, así como lo inútil del pensamiento
racional proponiendo un abandono absoluto de la razón y de este modo es como Beckett lo refleja
en su obra.
Por otro lado, la aparición del cine,
que mostraba la vida de una manera más real, al igual que lo hacía el teatro
convencional y por ello éste último debió tomar un giro para innovar.
Además, se califica al teatro del
absurdo como arte contemporáneo y durante el siglo XX en las diferentes artes
los artistas buscaban desesperadamente la perfección artística dejando a un
lado el arte convencional. De ese modo, se llegaron a conclusiones como que la
música perfecta era el silencio y la perfecta escultura el vacío.
Trasladando esto al teatro y como
conclusión, podemos deducir que el teatro perfecto es aquel que refleja la
pureza del ser humano en su forma más primitiva del lenguaje y las formas y la
única manera de conseguir representar esto con sentido es hacerlo sinsentido.
Por lo tanto el teatro del absurdo es
igual de real que el teatro convencional, ya que plasma la realidad de una
sociedad perdida y desorientada que está ahogada en una incoherencia que busca
unas respuestas a la existencia del ser humano y que solamente las encuentra en
la parte más absurda de éste: el subconsciente.
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